La ausencia de la cobertura de las condiciones materiales dentro de estas economías, nos desvela el porqué de la carencia o el bajo éxito de estos partidos. En los meses previos a las elecciones europeas, toda la agenda mediática estaba centrada en el crecimiento de los partidos de ultraderecha, alentados por los buenos resultados nacionales de algunas de sus figuras más destacadas, como por ejemplo Matteo Salvini (La Lega) o Marine Le Pen (Rassemblement National). Sin embargo, no fueron estas formaciones las que coparon los focos en la noche electoral. Por un lado, la “Gran Coalición” de Populares y Socialdemócratas perdía la mayoría por primera vez en 40 años. Por otro lado, los partidos verdes ganaban más de veinte escaños a lo largo del viejo continente. Es cierto que, en términos porcentuales, el crecimiento no era tan significativo (3% más de votos). No obstante, hay que señalar que estos partidos aumentaban su peso en el europarlamento en base a un discurso radicalmente opuesto al de la ultraderecha, en un momento en el que la segunda gozaba de unas crecientes simpatías. Así, las propuestas de los verdes iban desde la transición ecológica a la aceptación de la inmigración, pasando por la defensa de la democracia. Ante esto, cabe estudiar las particularidades del desarrollo de los partidos verdes. Rápidamente, salta a la vista que sus apoyos varían mucho de acuerdo con la procedencia nacional de sus partidos miembro. Entre los partidos que encabezaron el crecimiento de los partidos verdes, no hay ni uno que provenga de los países del sur de Europa, ni aun teniendo en cuenta que algunos de estos países –España, Italia- forman parte de las mayores economías de la Unión Europea. ¿A qué se debe esta ausencia? Para responder a esta cuestión, primero hay que atender a los orígenes de los partidos verdes. Estos surgen a finales de los 60 al calor de movilizaciones sociales de carácter pacifista y ecologista en países con un potente y sostenido crecimiento económico, así como un Estado del Bienestar asentado. En estas circunstancias, una parte de los votantes se despreocupa de las cuestiones materiales –ya cubiertas- y comienza a interesarse por las demandas “postmateriales”, siendo el cambio climático una de las principales. Este contexto socioeconómico genera un tipo de votante “verde” diferenciado que la ciencia política se ha encargado de caracterizar a lo largo de más de 30 años de existencia de los partidos verdes. Se trata de votantes jóvenes, urbanos y con una educación y un estatus socioeconómico por encima de la media. En este punto, ya podemos empezar a intuir por qué en el sur de Europa los partidos verdes no cosechan el éxito de sus compañeros del norte. El sur de Europa no ha tenido nunca el crecimiento económico sostenido durante décadas de los países del norte, dificultando la generación del estrato social que sirve como base electoral de los partidos verdes. Las políticas de austeridad dictadas por la UE en 2009 hicieron que Portugal, Irlanda y Grecia fueran intervenidas Siguiendo con la teoría postmaterialista, algunos de sus defensores –siendo Ronald Inglehart el más conocido- admitieron que las crisis económicas podían tirar abajo el proceso de “desmaterialización” de una sociedad ya que mucha gente tendría que volver a preocuparse por las cuestiones más económicas e inmediatas. Aquí encontramos una segunda explicación, ya que las crisis económicas has golpeado mucho más duro a los países del sur de Europa que a los del norte, por la propia estructura de la Unión Europea. Como ejemplo, las políticas de austeridad dictadas por la UE en 2009 hicieron que Portugal, Irlanda y Grecia fueran intervenidas; Italia fuera liderada por un gestor bajo la atenta vigilancia de la Troika; y España tuviera que firmar un Memorándum de Entendimiento para salvar el sector bancario. Ante esta situación de inestabilidad vital y económica, los partidos políticos que comenzaron a crecer en el sur de Europa no fueron los verdes, sino los partidos anti-neoliberales. Partidos como el Movimiento 5 Estrellas en Italia, Syriza en Grecia, Podemos en España o el Bloco de Esquerda en Portugal –con sus muchas particularidades- dieron un vuelco a sus respectivos sistemas políticos. Como veremos a continuación, la historia de los verdes en el sur de Europa está muy ligada a estos partidos. Ya he explicado que en los países del sur de Europa la base social de los verdes es más reducida que en el norte. Además, tienen que competir con los ya mencionados partidos de la izquierda de la socialdemocracia, que a grandes rasgos tienen un tipo de votante parecido, pero se diferencian de los verdes en que tienen una posición más clara en cuanto a las cuestiones económicas, lo cual es clave dada la precariedad existente en estos países. Por lo tanto, la historia nos muestra que normalmente lo que ha ocurrido en el sur de Europa es que, ante la ausencia de espacio para ambos, han decidido unirse. En sistemas más proporcionales los partidos verdes obtienen una representación mayo En España, el partido ecologista Equo ha ido coaligado con Podemos a las elecciones en todo el último ciclo electoral. Ahora van con Más Madrid, una escisión de Podemos. En Grecia, los Verdes Ecologistas van a las elecciones con la coalición de izquierda radical Syriza. En Portugal, los Verdes han ido históricamente en coalición con el Partido Comunista, aunque es cierto que en los últimos años han aparecido algunos partidos de un perfil similar con resultados notables (PAN, Personas-Animales-Naturaleza). Por último, otra variable que ha sido tenida en cuenta a la hora de explicar el desempeño de los partidos verdes es la proporcionalidad del sistema electoral. Se argumenta que en sistemas más proporcionales los partidos verdes obtienen una representación mayor. A primera vista, esto parece lógico, pues los países del norte de Europa en los cuales estos partidos son un actor político asentado cuentan con sistemas electorales bastante proporcionales: Es el caso de Bélgica, Holanda, Dinamarca o Alemania. Esto contrasta con el hecho de que, dentro de los sistemas proporcionales, algunos con un índice de desproporcionalidad mayor se encuentran en el Sur de Europa, como es el caso de España. Sin embargo, los últimos estudios sobre el tema no han encontrado una relación significativa entre proporcionalidad y éxito de los partidos verdes, mientras que si lo han hecho para el resto de variables comentadas en este texto. Posiciones ecosocialistas en Europa defienden trabajar muchas menos horas. Daniel Tanuro propone trabajar 2 horas diarias por ejemplo Como resumen, he argumentado que las carencias económicas son un predictor importante del fracaso de los partidos verdes, por la gente vuelca sus preocupaciones sobre las “cosas de comer”, lo cual resta espacio a estos partidos. Hasta la fecha esto ha sido así, sin embargo algunas propuestas de los últimos años buscan unir el bienestar material con la protección del medioambiente, rompiendo con el paradigma postmaterialista de “o el medioambiente o lo material”. Por ejemplo, la congresista norteamericana Alexandria Ocasio-Cortez y otros miembros de los Democratic Socialists of America proponen un “Green New Deal” que no sólo suponga un respiro a una naturaleza sometida a la expansión del capital, sino que además cree empleo y refuerce la posición de los trabajadores en los conflictos de clase. De manera similar, posiciones ecosocialistas en Europa defienden trabajar muchas menos horas –aquí Daniel Tanuro propone 2 horas diarias- como medida que por un lado frenaría la superproducción que daña la naturaleza al requerir cantidades ingentes de materias primas –con las emisiones de GEI que esto conlleva-; y por otro lado conseguiría que miles de personas desempleadas pudieran comenzar a trabajar, al repartir mejor el tiempo de trabajo total en una sociedad. Solo el tiempo nos dirá si estos desarrollos programáticos se traducen en alternativas políticas coherentes que consigan salvar la barrera que todavía existe entre proteger la economía y proteger al clima. Quizá si lo hacen veamos la emergencia de algún tipo de alternativa roji-verde en el Sur de Europa. Redactado por Germán Pérez.
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