Dos semanas después de los comicios más retransmitidos a nivel mundial, urge llevar a cabo un análisis postelectoral que contemple no sólo las dinámicas de voto, sino las lógicas sociales que se esconden tras las mismas. Antes de emprender esta tarea, resulta aclarador recapitular y considerar qué ha ocurrido en el país norteamericano. En resumen, Joseph. R. Biden es el nuevo Presidente electo de los Estados Unidos de América, se ha hecho con 306 votos electorales de los 270 necesarios para ganar, aunque no ha conseguido esa ansiada mayoría en la Cámara Alta – el Senado – lo que ralentizará, e incluso bloqueará, que el demócrata pueda sacar adelante sus medidas estrella en materia medioambiental, de salud y de empleo. Por su parte, Donald J. Trump, que optaba a la reelección, no ha sufrido un rechazo considerable pese a haber perdido estas elecciones; es más, ha conseguido hacerse con más de setenta millones de papeletas, reafirmando su hegemonía en el territorio rural y en las ciudades medianas y movilizando notablemente a sus votantes. Teniendo en mente lo anterior, se va a proceder a analizar los resultados electorales por medio de dos puntos clave que serán recogidos en dos artículos distintos. El primero tratará de penetrar en la demografía y geografía norteamericana con el fin de perfilar el ciudadano medio que ha optado por uno de los dos candidatos principales. Para ello, se usarán tablas y mapas actualizados que recogen los datos de las encuestas a pie de urna de estos comicios y los de hace cuatro años que enfrentaron a la demócrata Hillary Clinton con Donald Trump. En el segundo, que nos ocupará otro artículo, se hará una revisión crítica de la campaña y la posición actual de los republicanos y demócratas, con especial interés en la polarización y la batalla por ver quién se hace con la hegemonía cultural estadounidense.
Partiendo de que en estas elecciones los terceros partidos han tenido mucho menos peso que en las anteriores, vamos a pasar a considerar la primera variable señalada: el sexo. Biden se ha impuesto en las mujeres de manera más holgada que Clinton (+3%) y ha recortado terreno en los hombres (+4%), que siguen optando por el Partido Republicano. Esta brecha entre hombres y mujeres no ha sido siempre tan significativa, fue a partir de las elecciones presidenciales de 1980 donde ambos partidos comenzaron a reafirmar sus posiciones ideológicas en materia social – derechos civiles, homosexualidad o aborto – y las élites conservadoras y liberales entraron en las direcciones republicanas y demócratas respectivamente, afianzando la visión de hombres y mujeres por medio de discursos con un claro marco ideológico y de género. Desde aquel entonces hasta día de hoy la diferencia porcentual entre hombres y mujeres, en palabras de la profesora Elizabeth U. Cascio del Dartmouth College[I], se ha duplicado. La siguiente variable a tener en consideración es la edad, donde Biden ha podido contrarrestar el empuje de Trump en los adultos jóvenes (+4) gracias al apoyo de los jóvenes (+4) y, especialmente, del electorado adulto (+5), que supone un 37% de la población, y el público de la tercera edad (+2). Aun así, se mantiene la división del voto por edad: los menores de 45 siguen siendo mayoritariamente demócratas (pese a que Trump haya recortado en los adultos jóvenes este grupo sigue siendo demócrata) y los mayores de 45 republicanos, pero ahora las diferencias han sido más notables y decisivas: Por qué ha ocurrido esto? Necesitamos introducir otra variable que nos ayudará a entender las razones: el lugar de residencia, donde podemos observar tres datos fundamentales: En las zonas rurales y de pequeñas urbes, con público mayoritario de más de 45 años, es donde Biden ha crecido más (+8), aunque siga siendo terreno pro-Trump. De hecho, gracias al voto rural – pese al crecimiento demócrata – de Ohio o Iowa, representados en el mapa con color verde, Trump ha podido contrarrestar el suave ascenso del voto a Biden en las grandes urbes como Columbus (Ohio) o Des Moines (Iowa). En las grandes ciudades, habitadas por adultos medios-jóvenes, los demócratas arrasan de tal forma que resisten, sin apenas consecuencias, al notorio crecimiento de Trump (+4). De vital importancia, especialmente en estas elecciones, han sido los suburbios, donde vive más de la mitad de la población de todo el país. Están compuestos de jóvenes blancos con estudios, clases medias pudientes y minorías étnicas que se han movilizado considerablemente. Solían ser bastiones republicanos – un ejemplo es el famoso condado de Maricopa (Arizona) donde están los suburbios de Phoenix, de más de un millón de habitantes, que no votaba demócrata en unas presidenciales desde los cincuenta – pero el rechazo a Trump y la campaña permanente de los demócratas han conseguido llevarse el voto decisivo de sus vecinos. El voto según los ingresos familiares el año anterior permite abarcar mejor por qué ha ganado Biden en el extrarradio de las ciudades y sus alrededores: El segundo grupo de ingresos – 50.000$ - 99.000$ - es el predominante en los suburbios y ha frenado la sutil pérdida de los demócratas en: los votantes de rentas muy altas (-6) y en el ligero recorte que ha hecho Trump en los votantes de ingresos inferiores a 50.000$ (la diferencia, a pesar de que sigue siendo favorable a Biden, es de 3 puntos menos con respecto a 2016). El clivaje rural-urbano se ha ido acentuando con el paso de los años hasta convertirse en una realidad que separa dos realidades dentro de un mismo país. Generalmente, el mundo rural y de ciudades pequeñas está habitado por trabajadores y población adulta sin estudios, mientras que los suburbios – esenciales para entender estas elecciones – y grandes ciudades por jóvenes y adultos con estudios. ¿Cómo se vota, por ejemplo, en función de si se posee un título universitario? Seguidamente, urge estudiar el voto en función de la etnia. El mapa nos da ciertas pistas sobre las tendencias del voto étnico: los cubanos e hispanos del sur han dado oxígeno a Trump en Texas y Florida (véase en el mapa), los negros han ayudado a Biden en las grandes ciudades – Atlanta o Philadelphia – pero han votado a Trump más de lo previsto en el mundo rural (véase el Cinturón Negro en Carolina del Norte en el mapa). Por último, los blancos – que fueron el grueso duro de Trump en 2016, especialmente en suburbios y ciudades pequeñas – han votado a Biden lo suficiente como para que, sin haberse hecho con este grupo étnico, haya podido ganar las elecciones (representan el 67% de la población). La mayoría del votante blanco que se ha movilizado por Biden se encuentra en ciudades y suburbios del Mid-West (Pennsylvania, Wisconsin o Michigan), terreno en el que el demócrata ha hecho más hincapié durante su campaña: el precio a pagar ha sido un ligero descenso del voto de las minorías étnicas, que han sido decisivas para que Trump mantenga Carolina del Norte, Texas o Florida. Mención especial al caso de Arizona, estado republicano a nivel histórico que ha votado demócrata en estas elecciones, donde el voto latino – todo apunta a ello – no ha sido tan decisivo como el votante blanco moderado debido a la campaña que Cindy McCain (viuda del candidato presidencial republicano John McCain en 2008) ha hecho por Biden tras las evidentes discrepancias con Trump. Pese a que no disponemos de datos finales acerca del voto en función de la religión, si se han detectado algunas tendencias que han de ser comentadas. Trump sigue manteniendo, aunque ha perdido un 2% (80% en 2016 frente al 78% actual) el voto evangélico protestante blanco, especialmente relevante en el sur del país. Del mismo modo, debido a que no ha concurrido ningún candidato mormón – en 2016 se presentó Evan McCullin – Trump ha recuperado buena parte del voto de esta comunidad cristiana, tal y como se puede ver en el mapa en los estados de Utah o Idaho. Por su parte, Biden ha mantenido con holgura el voto de los judíos, el de los no creyentes (ya representan el 21% de la población, en 2016 eran el 15% del total) y ha recuperado el voto católico, que fue republicano en 2016. Biden será el segundo Presidente católico de la historia estadounidense, pues sólo J.F.Kennedy lo había sido previamente[II]. Por último, una vez vistas las variables necesarias para entender las tendencias de voto en estos comicios presidenciales. Vamos a considerar brevemente qué asunto ha movido a la gente a participar en mayor medida y en cuál de ellos hay más votantes de Trump y de Biden: A modo de conclusión, vamos a recapitular los datos expuestos con el fin de perfilar, a grandes rasgos, el votante medio republicano y demócrata en las elecciones presidenciales de 2020. - Rasgos generales del votante republicano de 2020 en base a los datos expuestos: Más hombres que mujeres, preponderan más los blancos que aquellos que pertenecen a las minorías étnicas, aunque en estos últimos han ganado un ligero apoyo. Suele haber cierto equilibrio en cuanto a la renta familiar: ganan en los condados más ricos (rentas de más de 100.000$ al año) pero no hay que pasar por alto que muchas rentas medias y bajas optan por los republicanos. Son más sin estudios universitarios que con estudios universitarios, aunque no es una diferencia sustancial. Son mayoría en el público que supera los 45 años de edad y en el ámbito rural y de ciudades pequeñas. Profesan el cristianismo evangélico-protestante y el cristianismo mormón (Idaho y Utah en el mapa). Se ha movilizado al final de la campaña, le mueven los temas económicos y cree firmemente en su candidato (esto último lo muestra la encuesta a pie de urna de Gallup)[III]. - Rasgos generales del votante demócrata de 2020 en base a los datos expuestos: Más mujeres que hombres, más adultos-jóvenes que mayores de 45 años, mayoritarios en las minorías étnicas – especialmente en los votantes negros - y han crecido exponencialmente en los suburbios donde habitan blancos con estudios universitarios y rentas medias. Muchos viven en las grandes ciudades, poseen ingresos familiares ligeramente mayores o inferiores a 50.000$ al año. No son especialmente religiosos, aunque tienen mejores datos en el cristianismo católico y, especialmente, en los judíos. Se han movilizado al principio de la campaña, le mueven tanto los temas económicos como sanitarios-sociales, creen en su candidato, pero han votado también en base al rechazo que les genera Donald Trump, especialmente las mujeres blancas del Mid-West[IV]. Redactado por Rafael Andrés Zambrana Pérez. LISTA DE REFERENCIAS:
[I] https://www.theatlantic.com/ideas/archive/2020/02/how-women-became-democratic-partisans/606274/ [II] https://news.gallup.com/opinion/polling-matters/324410/religious-group-voting-2020-election.aspx [III] https://news.gallup.com/opinion/polling-matters/324410/religious-group-voting-2020-election.aspx [IV] https://www.youtube.com/watch?v=nkjj8rqxbP8
1 Comentario
Carmen
24/11/2020 22:53:05
Súper interesante y muy bien explicado. Análisis minucioso y certero que me ha hecho reflexionar.
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