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2/4/2020

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La trata de seres humanos es uno de los negocios más lucrativos en el mundo, moviendo cerca de 32 000 millones de dólares, posicionándose al nivel del tráfico de armas y droga. La primera palabra que se asocia a trata de seres humanos es prostitución y nos vienen a la cabeza imágenes de prostíbulos y de mujeres de orígenes distintos a los nuestros, pero hoy desmontaremos estos bulos xenófobos y racistas, demostrando que la trata de seres humanos no se encuentran tan lejos de nuestro entorno, debido al carácter capitalista y global de ella. Este artículo tratará de demostrar la influencia que tiene el capitalismo en el desarrollo de la trata de seres humanos a través de cuatro principales puntos.
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1.Globalización como desarrollo de la explotación de la trata
La historia del ser humano siempre ha estado caracterizada por la movilidad en busca de nuevas y mejores oportunidades. Ahora más que nunca en un mundo global, la facilidad que supone la movilidad geográfica, incrementa los flujos migratorios y por ende la trata de seres humanos también. La respuesta a este fenómeno por parte de los países del norte ha sido bastante hipócrita, promulgando una libertad de movimiento mientras se militarizaba los aeropuertos y las fronteras aumentando también las trabas burocráticas. Dentro de esta relación hipócrita hay que destacar el papel jugado por instituciones internacionales como el FMI o el BM (con un único presidente en su historia cuya nacionalidad no fuese norteamericana), que obligan a los países a acometer acciones de liberalización del comercio y de privatización de sus industrias, a cambio de poder recibir un rescate, que difícilmente podrán pagar al haber privatizado sus industrias a las multinacionales occidentales”. Es esta relación paternalista norte-sur, la que condena a países a continuar en la pobreza, ya que los países desarrollados aprovechan su superioridad para continuar con los expolios de materias primas y de explotación de mano de obra barata. Esto hace a la población de los países “subdesarrollados” más vulnerable frente a la explotación de trata, debido a la desesperación por mejorar su situación y a las escasas medidas tomadas por los gobiernos para combatir la trata de seres humanos. Según un estudio de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito las zonas geográficas con mayor número de víctimas de trata por regiones demostradas en el mundo son Asia Oriental y África Subsahariana, con más de un 1,5 millones de víctimas, siendo estás las zonas con más riesgo de pobreza del mundo, concretamente África Subsahariana. Esto nos enseña como la nacionalidad es un factor determinante en la exposición a ser víctima de trata de seres humanos.
En segundo lugar y acorde al concepto de la globalización, destacar el nacimiento de nuevos focos de trata y de tráfico de seres humanos.
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Actualmente la turbulenta situación geopolítica en América Latina, ha visto como su población se ha visto inmersa en procesos de tráfico y trata de seres humanos. La trata de seres humanos se ha cebado principalmente con la población femenina (un 82% de las víctimas de trata son mujeres), que son utilizadas principalmente con fines principalmente como la prostitución. Según un estudio de la ONU, publicado en ElDiario, las menores víctimas de trata en América Central y Caribe, representan el 66% del total, lo que demuestra que en un mundo globalizado, la población explotada puede variar su región por una crisis económica o una guerra. Otro ejemplo es Tailandia, que basó gran parte de su desarrollo económico en el turismo sexual, explotando conscientemente a parte de su población.
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2.Dificultad de organización jurídico-política
Hace poco pudimos observar, con la facilidad que la administración Trump, se retiró del acuerdo de París, pese a producir en 2014 16,49 toneladas métricas. Este ejemplo denota la facilidad con la que un estado puede retirarse de los principales acuerdos sin ninguna repercusión por ese acto. En un tablero mundial dónde la cooperación internacional se reduce con la llegada de líderes en contra de las organizaciones internacionales al poder (Boris Johnson, Donald Trump o Jair Bolsonaro), se demuestra la limitación que tiene el Derecho Internacional y los organismos internacionales a la hora de obligar a un país a firmar o ratificar un tratado internacional. Pese a los esfuerzos en acabar con la trata de seres humanos hay muchas naciones que se aprovechan de su población, para explotarla y reducir costes de producción (China, India, Bangladesh…) o cuyos ingresos se basan principalmente en actividades relacionadas en la trata de seres humanos (la OIM, fija en 120 millones de viajes turísticos internacionales los relacionados con turismo sexual).
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En segundo lugar, destacar las dificultades que tiene el concepto estado-nación para responder a amenazas internacionales. Como hemos explicado anteriormente, el concepto de trata de seres humanos ha sufrido un efecto globalizador, por lo que las respuestas deben ser globales. La limitación de este concepto a la hora de actuar globalmente, dificulta la repuesta frente a la trata de seres humanos que desgraciadamente va a mayor velocidad. En la gestión de la crisis del Covid-19, hemos visto como en una institución consolidada como la Unión Europea, los conflictos para establecer una respuesta común al virus, debido a los intereses de los estados, refleja como este concepto puede dificultar la repuesta a problemas globales (trata de seres humanos).
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3.Perspectiva patriarcal de la trata
En el gráfico 1 y 2 se aprecia gráficamente como las mujeres son más susceptibles de ser tratadas debido únicamente a una concepción de género.
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En primer lugar, que el 72% de las víctimas de trata son pertenecientes al género femenino. La cultura patriarcal, juega un papel perfecto en la trata, concretamente en la prostitución como agente sumiso y pasivo en las relaciones sexuales. Cabe destacar el papel de vulnerabilidad que juega la mujer sobre todo relativo a su papel precario en el mercado laboral, debido a la necesidad que tiene de aceptar trabajos peormente remunerados que les permita cumplir con el rol patriarcal dentro de la familia, aumentándose de esta manera su desprotección laboral y social, y la mayor probabilidad de caer presas en el mercado de la trata de seres humanos. Según un gráfico de Statista, las mujeres trabajan más en todo del mundo, trabajando 0,5 horas más al día en países desarrollados y 1,2 horas diarias más en Europa del Este. Respecto al segundo gráfico  y que se relaciona con el consumo de pornografía por género en 2015, se aprecia como en la mayoría de países se dobla el consumo de pornografía por parte de los varones. Esto refleja la necesidad de la construcción de una masculinidad activa y dominante, que se refuerza con las actitudes patriarcales del porno, y que posteriormente tratarán de repetir en sus relaciones personales. El feminismo y la actitud de las mujeres feministas en las relaciones personales, explica el rechazo de estas prácticas por parte de la mayoría de mujeres, siendo la única alternativa de estos hombres patriarcales la prostitución, al poder realizar sus fantasías y comportamientos patriarcales, ya que, quién paga manda. En esta problemática, los estados han tratado de criminalizar a las mafias y a las víctimas, mientras que el feminismo ha puesto en el debate, la relación que tiene la existencia de clientes con la existencia de la prostitución, popularizándose la frase, “la prostitución existe porque hay quien la consume”.​​

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4.Explotación laboral: la esclavitud del siglo XXI
En este punto se explicará finalmente el último aspecto, el cual el capitalismo influye en la trata de seres humanos. La esclavitud ha sido un concepto muy antiguo sobre el que se han forjado grandes imperios como el egipcio, español o romano, y el capitalismo no iba a ser menos.
Según un estudio de la OIT, 21 millones de personas son víctimas de trabajos forzosos, representando 3 de cada 1000 personas a nivel mundial.[14]El proceso global que explica el esclavismo del capitalismo es la deslocalización unida con el neocolonialismo. Con un ejemplo de cada caso se refleja la importancia que tiene tener mano de obra gratis, para poder continuar con el sistema capitalista.
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La deslocalización, es un proceso  cuyo auge aumenta con la independencia de las colonias y posteriormente de la caída del telón de acero, y permitió a las empresas mover las industrias a lugares con un menor costo de mano de obra y de materiales. Hace siete años, en Bangladesh, se derrumba una de los principales centros textiles (Rana Plaza), muriendo 1134 muertes y 2000 heridos. Este derrumbe no sería noticia si no fuese porque en esa fábrica producían empresas como Inditex, Primark, Mango, Carrefour o Aldi entre otras empresas. Los principales beneficiados de este proceso han sido países como India y China, que aprovechando su industria y su numerosa población han posibilitado que grandes multinacionales trasladen sus fábricas a sus países. La forma en la que estos países mantienen salarios tan bajos sin aparentes disturbios sociales es a través de la coerción, siendo calificados India y China por Amnistía Internacional “impunes frente a los abusos de derechos humanos” o “enormes retrocesos para los derechos humanos del país”. Como se ha explicado anteriormente la globalización capitalista ha acelerado este proceso de explotación a través de la deslocalización, permitiendo a las empresas explotar a personas con el objetivo de aumentar sus beneficios. Según un estudio de la OIT, el trabajo forzoso mueve 150 mil millones de dólares anuales, siendo en Asia y el Pacífico la cifra de 51,8 mil millones.
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El segundo concepto relacionado con la explotación laboral es el neocolonialismo. Es un concepto derivado de la independencia de una gran cantidad de territorio de los principales países colonizadores (Inglaterra, Francia, Bélgica…). Estos países para continuar controlando las materias primas de diversos territorios (África, América Latina o Asia), financian golpes de estado, insurrecciones o dictaduras con el fin de no perder su hegemonía en el mundo. Sonado es la Segunda Guerra del Congo, donde murieron cerca de 3,8 millones de personas, el conflicto más mortífero desde la II Guerra Mundial con el objetivo de sembrar la inestabilidad en un territorio que tiene un mineral fundamental para el desarrollo de cualquier tipo de tecnología, el coltán. Este proceso se repite en toda África sobre todo, aunque en Asia también es predominante. Según un estudio de la OIT, 660 000 personas son sometidas a trabajos forzosos en África subsahariana, de los que el 26,4% son niños y niñas de entre 5-14 años, siendo este porcentaje de 18,8% en Asia y Pacífico. Países como Guinea Ecuatorial o Camerún destacan por el número de personas tratadas en el ámbito laboral, y por ser regímenes dictatoriales avalados y apoyados por la Comunidad Internacional.
Redactado por Rubén Márquez.
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